\"Identidad de contenido o equivalencia de forma, la verdad de la milanesa comunicativa\" S. Viaggio
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Oct 8, 2002

Buen morning!

Hola colegas. Es con mucho honor que comparto con ustedes la primera parte de esta conferencia del EMINENTÍSIMO SEÑOR TRADUCTOR SERGIO VIAGGIO

La dio en el Congreso de Traductores en Buenos Aires y ha tenido la gentileza de permitirme compartirla en el foro.



La dividí en dos partes para que puedan \"metabolizar\". Hay una partecita que se pie
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Buen morning!

Hola colegas. Es con mucho honor que comparto con ustedes la primera parte de esta conferencia del EMINENTÍSIMO SEÑOR TRADUCTOR SERGIO VIAGGIO

La dio en el Congreso de Traductores en Buenos Aires y ha tenido la gentileza de permitirme compartirla en el foro.



La dividí en dos partes para que puedan \"metabolizar\". Hay una partecita que se pierde porque falta un gráfico que sí estuvo en la conferencia. Este hecho en ningún modo le quita el brillo de esta presentación. Espero la disfruten como yo.



Y...no les presento a Sergio Viaggio porque estoy en vías de convencerlo para que se suba a bordo del ProZ.



Saludos a todos, Au



Prepárense para disfrutar...





\"Identidad de contenido o equivalencia de forma, la verdad de la milanesa comunicativa\"

Sergio Viaggio



El título de la ponencia no es el que ustedes creían que iba a ser, por suerte, porque “La interpretación en los organismos internacionales” es aburrida y artificial. Vamos a hablar de la vida real. Lo que les voy a presentar es un modelo del acto de habla, primero, de la traducción, después, y de la mediación interlingüe e intercultural, luego. Es el desarrollo de un modelo inicialmente ideado por Mariano García Landa y en el cual hemos venido trabajando últimamente los dos, y estamos escribiendo un libro. El modelo lo presentamos “en yunta” en Soria, hace dos semanas, en España, y yo ya lo cambié, sin consultarlo con él. Espero que no se enoje.



La pregunta que se hacía Mariano era: ¿qué se intercambia, qué pasa de una cabeza a otra cuando se establece la comunicación hablística? No lingüística, “hablística”, porque el habla es mucho más que el código lingüístico de que se sirve. Y llegó a la conclusión, muy parecida en su simpleza a la del huevo de Colón, de que lo que se transmiten en realidad son percepciones. Pero esas percepciones no se transmiten a través del tiempo y del espacio. Las palabras que ustedes creen que yo estoy diciendo… no es que no las estoy diciendo, pero no son las palabras que ustedes escuchan. Lo único que viaja de mis labios a los tímpanos de ustedes son diferenciales de presión de aire. Y el oído no distingue de manera diferente la voz humana de la sirena de la ambulancia. El trabajo de recomposición, de reconstrucción de lo que yo estoy diciendo, corre enteramente a cargo del cerebro de cada uno de ustedes.



Si lo único que pasa son diferenciales de presión de aire, ¿cómo es posible la comunicación? La comunicación es posible porque antes de abrir la boca, tengo algo que les quiero decir. Y ese algo que les quiero decir se me presenta --se presenta a mi conciencia-- como una percepción, como una representación mental, que es una mezcla, una amalgama de pensamiento y habla. No me viene con las palabras que voy a utilizar --esas palabras se editan camino de los dientes-- pero me viene con ciertas palabras. Eso yo lo sintetizo en una cadena de signos lingüísticos, que es la que ustedes están escuchando, y de la que creen que es todo el mensaje, y no lo es. Esa cadena de signos lingüísticos va acompañada, no puede no ir acompañada, de una entonación --que no es del idioma español, sino mía: de Sergio Viaggio-- a una velocidad que le pongo yo, con mi voz; y va acompañada, además, de toda mi kinesis, del movimiento de mi cuerpo, de los gestos que hago, del movimiento de los labios, etc. Todo eso, la cadena acústica, la prosodia que la baña y el acompañamiento cinético en que se engarza… todo eso es lo que ustedes pueden percibir sensorialmente. Todo eso y nada más que eso.



El hecho de que nos entendamos obedece a que a partir de eso ustedes pueden reconstruir otra percepción, ella también mezclada con habla. Y esa percepción que ustedes reconstruyen, la reconstruyen no simplemente porque conocen el idioma castellano. Es más, que conozcan el idioma castellano es, hasta cierto punto, secundario; si no, Peter (Newmark) no me podría estar entendiendo.



Lo que yo les quiero decir obedece a una intención más o menos pertinente para ustedes; si no, no hubieran venido. Se puede frustrar la expectativa, pero es la expectativa la que los trae. Y lo que yo digo está a su vez rodeado… gravitan sobre lo que yo digo una serie de esquemas de precomprensión, de conocimientos compartidos por ustedes, de teorías transitorias, como también se las llama, pertinentes, que, en la medida en que coincidan con los esquemas de precomprensión, las teorías pertinentes, los conocimientos de ustedes, posibilitan la comunicación; y, en la medida en que no coinciden, no es que la dificulten: la imposibilitan, castellano o no castellano.



Yo abro la boca con una motivación consciente. Creo saber por qué abro la boca. Esa motivación consciente puede o no resultarles a ustedes pertinente en absoluto. Yo tengo acá a mi mamá. Mi motivación puede ser hacerla feliz a mi mamá, y a ustedes eso le importa tres pepinos. Tengo además una intención pragmática fundamental, que es contarles a ustedes este modelo que estamos desarrollando con Mariano, y una intención pragmática secundaria, entre otras, de vendérselos, de convencerlos de que vale la pena. Todo este acto de comunicación se da en una situación social concreta. La comunicación solipsística, el habla interiorizada no es nada más que la telescopización de una situación social en el cerebro de la persona. El habla interiorizada es secundaria al habla social: el chico aprende primero a hablar con los demás y luego utiliza lo que aprendió para hablar consigo mismo. No hay habla sin sociedad. Una situación social, entonces, en que estamos ustedes y yo, tratando de entendernos. Sobre esta situación social en que estamos gravitan dos series de factores: por un lado, el mundillo que nos une, el de la traducción, el que nos permite entendernos, porque aquí, en esta sala, al margen de pequeñas interferencias, estamos todos hablando de lo mismo; y el mundillo subjetivo de ustedes y mío, experiencias personales, la “cultura”, que también pesa sobre la forma como ustedes entienden o no, o como yo me doy o no a entender. Esta comunicación se da en una situación social, entonces, que, además, está dentro de un tiempo histórico; por ejemplo: finales del siglo XX. Porque nuestra cultura no es de hoy jueves a las 2:30 hs. de la tarde, pero se da hoy jueves a la 2:30 hs. de la tarde: yo acabo de almorzar, tomé un poco de vino, estoy medio en cuete… Todo eso influye en el acto de habla hoy y aquí.



Sobre la base de todos estos factores, dentro de todos estos factores, esa cadena de diferenciales de presión de aire ustedes la transforman, decía, en una percepción hablística: eso es lo que entienden. Y eso que ustedes entienden también está teñido de sus ganas de entender, de su capacidad de entender. Ganas de entender que a más de uno se le van a ir inmediatamente cuando vean el diagrama, y yo voy tener que tratar de superar, porque se me pasaron a mí las ganas de entender cuando Mariano me lo mostró.



WZYy -> EPHIoK -> [Fo(XmL,SmH,VmR,JmQ)CmEm]GPMVHtm UZ -> EPHCoK





Ésta es la comunicación a través del habla. El habla escrita lo único que hace es escindir el acto de la locución del acto de la comprensión: digo yo hoy y entienden ustedes mañana o dentro de dos mil años. Pero los fenómenos que gravitan en uno y otro caso, aunque intervengan de manera (…) y la percepción que ustedes --del otro lado del acto de comunicación—evocan, tienen que ser pertinentemente idénticas. No parecidas, no equivalentes, no similares… idénticas. Porque normalmente no lo son, las comunicaciones no siempre prosperan. Uno cree haber entendido y luego resulta que no, uno cree haberse dado a entender y luego resulta que no, y vamos corrigiendo el tiro. Es muy difícil verificar empíricamente esta identidad en casos relativamente triviales. Nosotros no entendemos el principio de Arquimedes de forma parecida, el binomio cuadrado perfecto de forma parecida; lo entendemos de forma idéntica. Si yo te pido ese paraguas… Yo veo solamente el mango del paraguas, vos ves todo el paraguas… No lo vemos igual, pero hay suficientes rasgos de identidad en nuestras percepciones para que, si yo le pido el paraguas, ella me lo dé, y la prueba de que me entendió está en que me da el paraguas. Pero, ¿cómo probamos que comprendimos la filosofía de Aristóteles? ¿O esta teoría de la interpretación? ¿O una ley? Pero pedirle a la traducción, pedirle a la mediación interlingüe-intercultural, que prospere allí donde la comunicación fracasa es pedirle peras al olmo. La traducción no fracasa porque es traducción; la traducción fracasa porque la comunicación es, a veces, imposible.



Y ahora… para que se asusten. (diagrama)



Esto parece una ecuación; no es una ecuación. Es simplemente, anotado en forma simbólica, lo que les acabo de decir, y que dicho (al margen de que ustedes hubieran estado o no de acuerdo) sonaba más o menos sensato.



Con una motivación consciente, nosotros le pusimos “w”. Le podríamos haber puesto “z”. De la misma manera que la relación entre el diámetro y el radio se llama “pi” pero no hay ninguna relación necesaria entre \'”pi” y el concepto, y mucho menos entre “pi” y 3,1416.



Con una motivación consciente sobre la cual gravita el inconsciente de la persona, hay cosas que yo digo, y no es que no las quiero decir en el sentido de que las quiero ocultar… No tengo la intención de decirlas, y sin embargo se transmiten. Maneras de decir, lapsus linguae, preferencias; bueno, todo eso… ¿de dónde sale? Sale de mi inconsciente, y eso tiñe el acto de habla, independientemente de que en este caso no resulte del todo pertinente. Con esa motivación voy a abrir la boca. Todavía no la abrí. Tengo, les decía, en este caso concreto, la intención pragmática “I” mayúscula de explicar un modelo de la traducción y la intención pragmática secundaria “i” minúscula de venderlo. Con eso en la cabeza, ontológicamente antes de abrir la boca, porque uno a veces abre la boca y después piensa, éste es un modelo abstracto, ideal, abro la boca. Voy a producir un acto de habla. Le decimos “d” (le podríamos haber dicho “h”… como decimos nosotros: si quieren, llámenlo “x”). Ese acto de habla consiste de tres elementos perceptibles: una cadena de signos lingüísticos que nosotros llamamos “f”; un acompañamiento entonacional (no prosódico; la prosodia es de la lengua, la entonación es mía) que nosotros llamamos “c”; y un acompañamiento cinético que llamamos “e”. Eso es todo lo que ustedes perciben. No pueden percibir mi motivación consciente, ni la inconsciente, ni mi intención pragmática principal, ni mi intención pragmática secundaria. Eso lo deducen, en la medida en que sean buenos entendedores ustedes y buen comunicador yo, de esa cadena; pero no de esa cadena en abstracto: de esa cadena en la situación social concreta “g”, sobre la cual gravitan nuestro mundillo y nuestra historia en un tiempo social histórico “bh” y en un momento preciso “t”. Con eso producen ustedes una segunda percepción (la primera me la salteé) ese “ephi” (viene de Mariano, yo la hubiera llamado de otra forma) es “espacio perceptual hablístico intendido”.Y la “k” chiquitita es el acervo de conocimientos pertinentes, de esquemas de precomprensión, de teorías transitorias que gravitan sobre él; y ustedes, con un acervo pertinente similar, producen una percepción teñida también de sus ganas conscientes e inconscientes de entender o no… y producen su percepción. Si la percepción que yo tenía y la que ustedes producen en esta situación social concreta es pertinentemente idéntica nos entendimos; si no, no.



La ventaja de la modelización es que los conceptos pueden evolucionar… Todavía no se sabe el valor exacto de “pi”, porque es 3,1416 y setenta y ocho mil decimales; lo más que ha llegado una computadora es a setenta o a setenta y dos, pero sigue. No importa cuál es valor de “pi”: es la relación entre el radio y la circunferencia. Entonces, ésta es una taquigrafía para no pelearnos por los conceptos. No importa si existe diferencia de sentido y significado. Existe diferencia entre la percepción y los significados de las palabras. Entonces la percepción es “ephi” y el significado de las palabras está en “f”. Ya lo vamos a ver más ampliado. “Teorías transitorias”, les dice North; “conocimientos compartidos”, les dice Lederer; “esquemas de precomprensión”, les dice Mariano. No importa cómo les decimos: todo eso es “k”, todo eso en función de lo cual nosotros hablamos y entendemos.



Entonces, la cadena lingüística está en una lengua determinada. Llamemos “o” a la lengua. El acto de habla puede ser escrito (“t”), oral (“d”), interiorizado (“i”) o mixto. Acá hay mitad de cosas dichas y mitad de cosas escritas; éste es un acto mixto. En una lengua --no necesariamente una, puede haber varias, pero las que sean-- “o”. Y la cadena se descompone en un componente fonomorfosintáctico que no es arbitrario; siempre está regido por un sistema virtual: en este caso concreto es el castellano del Río de la Plata sur, el porteño, no de Montevideo. ¿Quieren decirle castellano a diferencia del inglés? No hay ningún problema: “l”. Con unas características concretas. A las características concretas les ponemos una letrita. Esa cadena tiene un potencial semántico, a su vez manifestación de un sistema semántico que puede ser mixto: nosotros, los traductores, cuando no nos alcanza la palabra en español, metemos en español la palabra con la semántica inglesa, y mezclamos “h” con “h” (Viaggio señala en el diagrama). Una prosodia (esa sí del idioma, no mía). Todos los porteños preguntamos diferente de todos los uruguayos. Nosotros decimos: “¿querés ir al cine, Juan?”; los uruguayos dicen (Viaggio cambia la entonación): “¿querés ir al cine, Juan?”. Eso que nos distingue a todos de todos, eso que es sistémico y no individual, esa es la prosodia “d”, regida por un sistema “r”.



Y, finalmente, el registro. En el título de esta ponencia hace su irrupción en el castellano peninsular el lunfardo rioplatense, con –además-- una caída a plomo del registro con lo de “la verdad de la milanesa”. Independientemente de si ustedes se rieron o no, nuestro modelo lo explica. Y nuestro modelo explica además que lo que es acompañamiento prosódico cuando hablo, cuando se escribe se revela tipográficamente: bastardilla, negritas, paréntesis; y lo que es acompañamiento cinético se expresa gráficamente: ilustraciones, disposición tipográfica del texto. Y eso es pertinente, la manera como ese modelo está escrito incide en la manera como se entiende. En letra gótica se hubiera entendido menos. Más chica, más grande, al igual que la voz --más alta o más baja--, eso también ayuda o conspira contra la comprensión.

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José Luis Villanueva-Senchuk (X)
José Luis Villanueva-Senchuk (X)  Identity Verified
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Gracias por la empanada mental... Oct 8, 2002

que dejas en mi cabeza.



Estoy seguro de que los que no interpretan y nos ven en los congresos, dentro de la cabina, deben pensar que estamos locos o que somos anormales - ya sea por la habilidad para hacer lo que hacemos o porque no se entiende lo que hacemos.



En el PW de Barcelona me dijeron que para ser intérprete hay que ser esquizofrénico.

¿Qué piensas?



Saludos, besos y ...



JL


 
Ariadna Castillo González
Ariadna Castillo González  Identity Verified
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A la espera de la "second half"... Oct 8, 2002

Hola a todos/as,



Sergio Viaggio ¡Qué pedazo de intérprete! He tenido el placer y, a mi modo de ver, el privilegio de asistir a dos de sus conferencias en España, en la Universidad de Vic donde es un señor muy admirado como intérprete (ésta es precisamente la faceta que yo conocía de él) y también muy \"temido\", por qué no decirlo, entre los estudiantes de cuarto curso (generalmente da clase de interpretación en dicha universidad una semana al año coincidiendo c
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Hola a todos/as,



Sergio Viaggio ¡Qué pedazo de intérprete! He tenido el placer y, a mi modo de ver, el privilegio de asistir a dos de sus conferencias en España, en la Universidad de Vic donde es un señor muy admirado como intérprete (ésta es precisamente la faceta que yo conocía de él) y también muy \"temido\", por qué no decirlo, entre los estudiantes de cuarto curso (generalmente da clase de interpretación en dicha universidad una semana al año coincidiendo con su visita y participación en las jornadas de traducción e interpretación que organiza la Universidad de Vic).

También he tenido el privilegio de tenerle como profesor una semana, durante la cual temblé, sólo con su presencia en el aula, y de compartir su sabiduría, ya un poquito más relajada, tomando una cervecita en una taberna en Viena. Le vi y le escuché durante una interpretación en Viena... y me quedé ¡FLI-PA-DA!

A mi siempre me llamó la atención la interpretación... Comparto contigo, Aurora, la admiración que sientes por los interpretes... en general, claro, no me malinterpretes ¡Menudo reto!

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, o sea que quién sabe, quizá algún día tenga la oportunidad de ver cumplido mi sueño.



A ver si convences a Sergio para que se una al club.



Un saludo,

Ariadna

[ This Message was edited by: on 2002-10-08 17:01 ]

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Aurora Humarán (X)
Aurora Humarán (X)  Identity Verified
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Los intérpretes y otras yerbas.... Oct 8, 2002

Ariadna, siempre los admiré y es una admiración bien distinta a la que siento por otras ocupaciones. Qué se yo… admiro a un buen pediatra (ejemplo) pero casi nada de mi amor profesional hace “overlapping” con la profesión de un pediatra. Sin embargo y si nos queremos poner chistosos un Intérprete sería como un Traductor amputado de sus diccionarios/textos y sobre todo de su …. ¡tiempo para pensar! y ¡sin tecla backspace!



Siempre me \"hechizó\" la interpretac
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Ariadna, siempre los admiré y es una admiración bien distinta a la que siento por otras ocupaciones. Qué se yo… admiro a un buen pediatra (ejemplo) pero casi nada de mi amor profesional hace “overlapping” con la profesión de un pediatra. Sin embargo y si nos queremos poner chistosos un Intérprete sería como un Traductor amputado de sus diccionarios/textos y sobre todo de su …. ¡tiempo para pensar! y ¡sin tecla backspace!



Siempre me \"hechizó\" la interpretación y luego de un postgrado de 3 meses en la Universidad de Buenos Aires, confirmé que es algo que jamás podré hacer. Ahora sé por qué no quiero ni puedo ser intérprete. Es otra profesión.



No sé si esquizofrénicos, José, esa palabrita me da un poquito de \"miedo\", no soy médica... Sí creo que tienen una cuota de VEDETTISMO muy alta. Cuota esperable y que, creo, es un condimento obligado para estar en ese lugar. Bueno…ya expresé en algún otro foro mis ideas sobre los cuasi colegas.



En los congresos jamás me pierdo la oportunidad de escucharlos. Algunas veces me maravillan. Algunas. Porque también coincidamos en que abundan los intérpretes mediocres. No creo tanto por improvisados en la materia en cuestión, sino porque carecen (y seguramente no se dan cuenta) del ABC necesario. Modesta opinion de alguien que los “mira” con interés y admiración a estos queridos primos cercanos.



Aurora







Sergio Viaggio, II PARTE



¿Cuál el segundo descubrimiento de Mariano? El primero es que la comunicación prospera cuando las percepciones son idénticas. Y su segundo descubrimiento es que traducir es hablar, hablar para volver a decir lo que ya se ha dicho, producir un segundo acto de habla en el cual yo, traductor-intérprete-mediador, hago mío el querer decir del orador. Mi “ephc” se transforma ahora en mi “ephi” e inicio un segundo acto de habla para el que no entiende. Puede ser un acto de traducción interiorizada: el tipo que no maneja muy bien un idioma y piensa en un idioma y habla en otro, y todo el acto de traducción está dentro de la cabeza. Pero, además, como querer decir y querer entender no son simétricos, como no todo lo que yo quiero decir les interesa por igual a todos ustedes (yo hago un cálculo más o menos promedio) y como, por definición, la audiencia del mediador es diferente de la del original, el mediador tiene el deber ético de aquilatar las características específicas del nuevo querer entender en que tiene que aterrizar su nuevo acto de habla, independientemente de que modifique o no en consecuencia la traducción; pero no puede no tenerlo en cuenta



Peter (Newmark) decía esta mañana que la traducción es la búsqueda de la verdad. Y mi pregunta es: ¿cuál verdad? ¿La verdad para el que el habla, la verdad para el que media, la verdad para el que lee la traducción o la verdad para el que la paga? Porque estas verdades suelen estar encontradas. Porque suelen estar encontradas, los intérpretes de los jefes de estados vienen cruzados. Viene Menem con su intérprete argentino… pero el intérprete argentino no traduce al castellano: traduce al inglés, con acento. Y viene Clinton, americano, con su intérprete americano, y el intérprete de Clinton no traduce al inglés: traduce al español, con acento. ¿Por qué? He who pays the piper calls the tune. Es más importante asegurarse la lealtad del traductor que su eficiencia. Porque hablar es todo esto, los intérpretes de los jefes de estado vienen cruzados. Y tengo algunos ejemplos concretos. En el acto de escritura, el destinatario (de la carta, la solicitud de empleo, la nota que dice “vine a verte pero no estabas, llamame esta noche”, el soneto de amor o la novela) no está. Entonces nosotros, los que escribimos, nos imaginamos cómo sería si estuviera… pero no está. No tenemos del otro lado del acto de habla este “ephc” que, si tengo delante de mí, puedo ir más o menos corrigiendo el tiro, el feedback. Y, cuando leemos, no tenemos delante de nosotros al que nos dejó la nota (“vine a buscarte pero no estabas”). Empezamos nomás con la cadena de signos lingüísticos: las palabras sobre el papel. Lo dice Peter: There are nothing but words on the paper. Y yo digo más: ni siquiera hay palabras, hay que interpretarlas como palabras, hay que saberlas entender; si no, son nada más que contrastes. Así como por los labios y las orejas no pasan sino diferenciales de presión acústica, por los ojos no entran sino contrastes, y el ojo no sabe distinguir una letra de una pirámide; el cerebro hace el trabajo.



Y, claro, como el lector no tiene ante sí… ustedes, leyendo la transcripción, no me tienen a mí y me tienen que imaginar. Entonces, como el Dios autor no está, se sacraliza el ídolo del texto y uno termina trayéndole flores al santo porque Dios no está, uno trata de imaginarse pero, como a veces falla, cree que todo lo que el autor quiso decir está escrito. No. Escrito está, de lo que el autor quiso decir, lo que el autor, quizá equivocándose, juzgó suficiente y pertinente para que alguien que no somos nosotros entendiera en aquella situación social, en aquel tiempo. Nosotros no tenemos manera de saber qué quiso decir Aristóteles, o Shakespeare, o Juan Bautista Alberdi, o los que escribieron el prólogo de la Constitución. Lo inferimos a posteriori, a partir de la lectura. Y no solamente no sabemos qué quisieron decir: no sabemos cómo lo habrían dicho. Leemos una poesía de Antonio Machado y la entonación, la pronunciación española, la ponemos algunos, otros no. Pero es pertinente, porque en poesía latinoamericana se hace rimar “vos” con “voz”, que en español no riman. Entonces, las rimas consonantes del castellano latinoamericano son asonantes en España. Eso lo ponemos nosotros, y la voz es parte del mensaje. Si ustedes han escuchado alguna vez las poesías de Nicolás Guillen recitadas por Nicolás Guillen, la experiencia sinstética del poema (“f”) más la voz es mucho más rica que la del poema solo, porque no son tan grandes los poemas. La experiencia sinestética de “Puedo escribir los versos más tristes esta noche” recitado por Neruda es un suplicio; todo lo que escribe lo arruina diciéndolo. No es que el verso es malo. Neruda no sabe leer sus propios versos, porque su materialización de la cadena es una de tantas, que se puede comparar con la mía o la de ustedes. Por eso podemos hablar de identidad entre percepciones; en cambio, hablaremos de equivalencia entre las manifestaciones perceptuales de esas percepciones. ¿Dónde está la novena sinfonía de Beethoven? ¿Dónde está cuando nadie la está tocando? ¿Dónde está el Quijote cuándo nadie lo está leyendo? En ninguna parte. No es que no existe: no existe en el tiempo y en el espacio. Tiene existencia virtual, como el castellano. El castellano no está en la gramática ni los diccionarios; el castellano está cuando abrimos la boca para hablar en él.



La identidad que hay entre las versiones de “la novena” posibles, las que hemos escuchado, las que se han tocado y “la Novena”, es relación de identidad. Todas son la novena de Beethoven, pero las podemos comparar entre ellas: ésta es más rápida, ésta es más lenta, ésta es más emotiva, ésta es menos emotiva… Y porque podemos comparar las versiones, podemos comparar las traducciones y la traducción con el original. Porque el “Hamlet” que Shakespeare escribió, como la Novena que escribió Beethoven, no son ni la novena de Beethoven ni el Hamlet de Shakespeare. Es la forma como Shakespeare y Beethoven escribieron la Novena y Hamlet. Ejemplares canónicos, pero materializaciones de una percepción inaccesible incluso para ellos, si vivieran, porque cuando Norman Thomas di Giovanni, traduciendo a Borges, le preguntó que había querido decir con tal cosa, Borges ya no se acordaba, y leer su propio verso no le permitía comprender ahora lo que había querido decir años atrás. Y nos pasa a todos nosotros, que no nos acordamos qué queríamos decir con esto que escribimos.



La importancia que a veces no se le da a “e”, el acompañamiento cinético, está clara: si acá hubiera habido una cortina, ustedes no me hubieran entendido como me entendieron, y por eso los intérpretes queremos ver al auditorio. Pero el acompañamiento gráfico en el escrito, y no solamente las ilustraciones en el manual de instrucciones, es fundamental. Porque “El Principito” es “El Principito” con los dibujos, no solamente el texto. Y el único modelo, que yo sepa, que puede expresar teóricamente la diferencia entre “El Principito” y “Vuelo Nocturno”, donde no hay dibujitos de Saint Exupéry, es éste, donde nosotros ubicamos como parte de la cadena perceptual semiótica (no lingüística, semiótica), “hablística” (porque hablar también es hablar con las manos) los componentes entonacional y cinético, o tipográfico y gráfico, que acompañan a la cadena lingüística.



Quienes solamente concentran su atención en la estructura morfosintáctica y semántica de todo eso están mirando un elefante con un microscopio, pierden el bosque por los árboles, lo cual no quiere decir que el microscopio sea inútil; al contrario, el microscopio para concentrarnos en aspectos del todo, pero en no en lugar del todo.



Gracias.





Pregunta:

¿Podríamos afirmar que la traducción es la transmisión de segundas percepciones o bien de la percepción del traductor frente a la percepción del autor del original que traducimos?



Sergio Viaggio:

Por definición, yo no puedo percibir lo que no percibo. Yo, traductor. Lo que yo no entendí, no lo entendió el traductor, es decir, este traductor. Ahora bien, puedo haber entendido sin darme cuenta, la “z”, y decir sin darme cuenta; pero, en todo caso, sin darme cuenta, entendí. Un daltónico no puede reproducir los colores de una pintura. Pero eso no es un problema del traductor. Eso es un problema de la comunicación. El traductor tropieza con la desventaja de que él pone a prueba su haber comprendido. Vienen a decirle: “A ver, a ver, si entendiste, ¿por qué no dijiste esto?”; cosa que no nos vienen a decir a nosotros cuando decimos que leímos a Aristóteles, salvo en un examen. Pero el hecho de que nos tomen examen y lo demos mal o bien no quiere decir que entendamos de otra manera. Nos toman examen de otra manera, pero entendemos igual.



Por eso, por la importancia de los esquemas de precomprensión, por la importancia del mundillo, por la importancia de la experiencia personal para comprender --para que el traductor comprenda-- los conocimientos lingüísticos, por exquisitos que sean, no comienzan a satisfacer la necesidad del traductor. El traductor tiene que tener una “k” grande como una casa, una “p” grande como otra casa, y meterse en el mundillo de los médicos para traducir o interpretar medicina, de los arquitectos, de los artistas… meterse y salir, meterse y salir. Nunca está en su casa, pero nunca es totalmente sapo de otro pozo. Y a ustedes les va pasando a medida que se desarrollan: nunca están al margen de ninguna conversación… Hablan los ingenieros y ustedes pueden seguirlos; hablan los arquitectos y ustedes pueden seguirlos. No tanto como se siguen ellos, pero mucho más que un arquitecto o que un ingeniero cuando cambian de cancha.





Un ejemplo de la vida real. Este cartel está en la puerta de los andenes de la estación de ómnibus de Nueva York. Dice, en letras mucho más grandes y mucho más rojas que ésas: “Restricted area”. Y después: “Only ticketed bus passengers allowed beyond this point. Violators will be prosecuted”. ¿Cómo lo traducimos? Yo digo que si ese cartel se traslada de la situación “g” (terminal de ómnibus de New York) a la situación “g’” (Retiro), no se le pone “Restricted area”… porque para nosotros una zona restringida es un polígono de tiro y no un andén. No le decimos al pasajero de ómnibus que si quiere subir al ómnibus tiene que tener un pasaje de ómnibus porque somos menos oligofrénicos. Y con decirle “prohibido pasar” sabe que es prohibido pasar más allá de este punto. Tmpoco le decimos que si pasa lo van a meter en cana porque no es cierto. Le decimos que lo van a multar, y no se lo decimos encañonándolo con la pistola; le decimos: “Evite multas” o cosas por el estilo. Lo que pasa es que este cartel lo escribe Rambo (Risas.)... No, no, no, es cierto. En la cultura “g”, con los esquemas de comprensión “k”… se ve en el cine, en la literatura y en la política: es un país violento. Solamente la ley se respeta con una amenaza evidente. ¿O no se fijaron cómo muestra el arma el policía neoyorquino? Mucho más que el policía en cualquier otra parte del mundo. Pero si yo cuelgo el cartel que digo que hay colgar en Retiro… lo cuelgo allí, el argentino que ve “rojo” en el cartel inglés y no lo ve en el español se pregunta: ¿qué falta? ¿Saben lo que le falta? Le falta “e”: el acompañamiento gráfico. Entonces, hay que ponérselo. Cualquier cosa, con tal de que pueda estar en rojo, porque partimos de la base de que no puede entender. Entonces, en función de nuestro modelo y en función de los esquemas de precomprensión que en ese momento intervienen, porque el argentino cambia de teoría transitoria: En Retiro no compara el cartel con nada, sino, en todo caso, con otros carteles de su experiencia; pero en Nueva York lo compara con el que está ahí, que es por definición distinto. Hay que poner en rojo algo, algo que no sea excesivamente mortal, por ejemplo “Alto”, y volver a poner en rojo el “Evite multas” para dejarlo contento. Porque por esa misma razón el delegado se pone nervioso cuando un orador habla, habla y habla y el intérprete no dice nada, aunque esté legítimamente callado porque no tenga nada que decir. Le molesta “c”: ¿Qué pasa que el otro habla y usted no me dice nada? Entonces conviene (a menos que uno se haya ganado la confianza del delegado, que no siempre es posible) hablar. Decir cualquier cosa. No mentir. Decir nada, como en el ascensor: ¡qué tiempo que hace!, ¿irá a llover otra vez ? Que es nada más que para no guardar silencio. Es simplemente un ejemplo, pero es la aplicación concreta del modelo.





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