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Portuguese » Spanish - 7 entries


Freitas do Amaral, Enquanto Salazar Dormia. Casa das Letras, 2006. 310 words
Quando no filme acabou o hino, o Politeama ainda terminava o seu cântico, ainda ia no marchons, marchons, e já as pessoas batiam palmas, eufóricas e felizes, contagiadas pela sensação de vitória, conscientes de que aquela horrível guerra ia acabar e de que todos tinham encontrado um novo lugar no mundo.
Luisinha, corada e ofegante, lançou-me os braços ao pescoço num impulso e beijou-me na boca, um beijo profundo, apaixonado. Senti a sua língua batalhar com a minha, entusiasmada, e o seu corpo tremer de agitação. Depois, olhou para mim e demos uma gargalhada, enquanto o Politeama batia palmas e mais palmas ao Casablanca. Olhei o fundo dos seus olhos, aproximei a boca ao seu ouvido e disse-lhe:
- Amo-te.
Procurou a verdade no meu olhar e descobriu-a. Abraçou-me feliz e disse:
- Eu sempre te amei.
Sentámo-nos e vimos o resto do filme de mão dada até ao fim, o amor a tomar conta de nós. E eu sabia que aquele não era o amor bonito, mas sem futuro, de Bogart e Bergman em Casablanca. Já tivera vários amores assim, nos meus anos em Lisboa, e não queria ter mais nenhum. Desta vez, eu não ia deixar partir a mulher que amava, como deixei partir Mary, Alice e Anika. Desta vez, a mulher vinha comigo.
Quando saímos para a rua, de mão dada, alheios ao facto de a família de Luisinha vir uns metros atrás de nós, abracei-a e beijei-a na testa. Depois, desafiei-a:
- Vem comigo. Vamos partir, só nós dois. Para a América, para o Brasil, tanto faz...
Os seus olhos brilharam e disseram que sim, e assim ficou decidido dentro dos nossos corações, e nem ligámos ao comentário feito pela mãe de Luisinha, uns metros ao nosso lado:
- Que filme horrível que a menina nos obrigou a ver!
Há pessoas sem coração e sem alma.

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Entry #1 - Points: 45 - WINNER!
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Cuando terminó el himno en la película, el Politeama todavía estaba terminando su cántico, todavía iba por el "marchons, marchons", y ya la gente aplaudía, eufórica y feliz, contagiada por la sensación de victoria, consciente de que aquella horrible guerra iba a acabar y de que todos habían encontrado un nuevo lugar en el mundo.
Luisita, sonrojada y jadeante, me lanzó sus brazos al cuello en un impulso y me besó en la boca, fue un beso profundo y apasionado. Sentí su lengua batallando con la mía, entusiasmada, y su cuerpo temblando de agitación. Después me miró, y soltamos una carcajada, mientras el Politeama aplaudía y aplaudía la película Casablanca.
Miré a lo más profundo de sus ojos, aproximé mi boca a su oído y le dije:
- Te amo.
Buscó la verdad en mi mirada y la encontró. Me abrazó feliz y dijo:
- Yo siempre te he amado.
Nos sentamos y vimos el resto de la película dados de la mano hasta el final, mientras el amor se apoderaba de nosotros. Yo sabía que ese amor no era el amor bonito y sin futuro de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya tuve varios amores así en los años que pasé en Lisboa, y no quería tener ninguno más. Esta vez no iba a dejar que se marchara la mujer que amaba, como dejé marchar a Mary, a Alice y a Anika. Esta vez, la mujer se venía conmigo.
Cuando salimos a la calle, dados de la mano, ajenos al hecho de que la familia de Luisita venía unos metros más atrás de nosotros, la abracé y la besé en la frente. Después la desafié:
- Vente conmigo. Vámonos, los dos solos. A América, a Brasil, lo mismo da...
Sus ojos brillaron y dijeron que sí, y así quedó decidido dentro de nuestros corazones, y ni siquiera prestamos atención al comentario que hizo la madre de Luisita, a unos metros de nosotros:
- ¡Vaya película más horrible que la niña nos ha hecho ver!
Hay personas sin corazón y sin alma.
Buena traducción. se nota tener más dominio que los otros.
Felicitaciones. Mi voto es para Albucacis

Fernando Contreras



Entry #2 - Points: 34
anonymousView all tags
Cuando en la película finalizó el himno, el Politeama todavía no terminaba su cántico, aún iba en el marchons, marchons, y ya las personas aplaudían, eufóricas y felices, contagiadas por la sensación de victoria, conscientes de que aquella horrible guerra iba a terminar y de que todos habían encontrado un nuevo lugar en el mundo.
Luisinha, con la cara colorada e inflamada, en un impulso me echó los brazos al cuello y me besó en la boca, un beso profundo, apasionado. Sentí su lengua pelear
con la mía, entusiasmada, y su cuerpo temblar de agitación. Después me miró, y soltamos una carcajada, mientras el Politeama aplaudía una y otra vez Casablanca.
Miré al fondo de sus ojos, aproxime mi boca a su oído y le dije:
-Te amo-
Ella buscó la verdad en mis ojos y la descubrió. Me abrazó feliz y dijo:
-Yo siempre te amé.
Nos sentamos y miramos el resto de la película con las manos entrelazadas hasta que al final, el amor se apoderó de nosotros. Y yo sabía que aquel no era el amor bonito pero sin futuro, de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya había tenido varios amores así, durante mis años en Lisboa, y no quería tener ninguno más. Esta vez, no iba a dejar partir a la mujer que amaba, como dejé partir a Mary, Alice y Anika. Esta vez, la mujer se venía conmigo.
Cuando salimos a la calle, de manos entrelazadas, ajenos al hecho de que la familia de Luisinha venía algunos metros detrás de nosotros, la abracé y la besé en la cabeza. Luego la desafié:
-Ven conmigo. Vámonos, solo nosotros dos. Para América, para Brasil, no importa…
Sus ojos brillaron y dijeron que si, y así quedó decidido dentro de nuestros corazones, y no le dimos importancia al comentario que hizo la madre de Luisinha, a unos metros de nosotros:
-¡Qué película horrible que nos obligó a ver la nena!
Hay personas sin corazón y sin alma.




Entry #3 - Points: 30
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Cuando en la película se terminó el himno, el Politeama todavía estaba terminando su cántico, iba en el marchons, marchons y las personas ya aplaudían, eufóricas y felices, contagiadas por la sensación de victoria, concientes de que aquella guerra horrible iba a terminar y de que todos habían encontrado un nuevo lugar en el mundo.
Luisinha, ruborizada y jadeante, en un impulso, me abrazó y me besó en la boca, un beso profundo, apasionado. Sentí su lengua luchando con la mía, entusiasmada, y su cuerpo temblaba de pasión. Después, me miró y nos reímos a carcajadas, mientras el Politeama aplaudía y aplaudía Casablanca.
La miré profundamente a los ojos, aproximé mi boca a su oído y le dije:
- Te amo.
Buscó la verdad en mi mirada y la descubrió. Me abrazó feliz y dijo:
- Yo siempre te amé.
Nos sentamos y vimos lo que quedaba de película con las manos entrelazadas hasta el final, el amor nos invadía. Y yo sabía que aquel no era el amor lindo, pero sin futuro, de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya tuve varios amores así, en mis años en Lisboa, y no quería ninguno más. Esta vez no iba a dejar partir a la mujer que amaba, como dejé partir a Mary, Alice y Anika. Esta vez, la mujer se venía conmigo.
Cuando salimos a la calle, de la mano, ajenos al hecho de que la familia de Luisinha venía unos metros atrás de nosotros, la abracé y la besé en la frente. Después la desafié:
- Vení conmigo. Vámonos, solo nosotros dos. Para América, para Brasil, da lo mismo ...
Sus ojos brillaron y dijeron que sí, y asi quedó decidido dentro de nuestros corazones, y ni le dimos importancia al comentario que hizo la madre de Luisinha, a unos metros de nosotros:
- ¡Qué película horrible que la nena nos obligó a ver!
Hay personas sin corazón y sin alma.



Entry #4 - Points: 22
I2PROJECT
I2PROJECT
Argentina
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Cuando en la película acabó el himno, el Politeama todavía terminaba su cántico, todavía iba por marchons, marchons, y ya las personas aplaudían, eufóricas y felices, contagiadas por la sensación de victoria, conscientes de que aquella horrible guerra iba a acabar, y de que todos habían encontrado un nuevo lugar en el mundo.
Luisinha, enrojecida y jadeante, impulsivamente me lanzó los brazos al cuello y me besó en la boca, un beso profundo, apasionado. Sentí su lengua batallar con la mía, exaltada, y su cuerpo estremecerse de agitación. Luego, me miró y soltamos una carcajada, mientras el Politeama aplaudía a Casablanca, más y más. Miré lo profundo de sus ojos, aproximé la boca a su oído y le dije:
- Te amo.
Ella buscó la verdad en mis ojos y la descubrió. Me abrazó feliz y dijo:
- Yo siempre te amé.
Nos sentamos y vimos el resto de la película tomados de la mano hasta el final, presos del amor. Yo sabía que aquel no era el amor bonito, sino uno sin futuro, el de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya había tenido muchos amores así, en mis años en Lisboa, y no quería tener ni uno más. Esta vez, no iba a dejar que la mujer que amaba se marchara, como había dejado que Mary, Alice y Anika se marcharan. Esta vez, la mujer vendría conmigo.
Cuando salimos a la calle, tomados de la mano, ajenos al hecho de que la familia de Luisinha venía unos metros atrás, la abracé y la besé en la cabeza. Luego, la desafié:
- Ven conmigo. Partamos, sólo nosotros dos. Hacia América, hacia Brasil, hace tanto…
Sus ojos brillaron y dijeron que sí, y así quedó decidido en nuestros corazones, y ni nos enteramos del comentario de la madre de Luisinha, a unos metros a nuestro lado:
- ¡Qué película horrible que nos obligó a ver esta niña!
Hay personas sin corazón y sin alma.



Cuando en la película finalizó el himno, el Politeama recién terminaba su cántico, todavía iba en marchons, marchons que ya las personas aplaudían, eufóricas y felices, contagiadas por una sensación de victoria y conscientes de que aquella horrible guerra llegaría a su fin y de que todos habrían de encontrar un lugar en el mundo.
Luisiña, sonrojada y jadeante me lanzó sus brazos al cuello de un impulso y me besó en la boca ;un beso profundo y apasionado. Sentí que su lengua batallaba contra la mía apasionadamente, y su cuerpo temblaba de excitación.
Después me miró y ambos lanzamos una carcajada, mientras el Politeama aplaudía una y otra vez a Casablanca. Miré hacia el fondo de sus ojos ;acerqué la boca a su oído y le dije:
-Te amo.
Buscó la verdad en mi mirada y la encontró.Me abrazó llena de felicidad y me dijo:
-Yo siempre te amé.
Nos sentamos y vimos el resto de la película tomados de la mano hasta el final y el amor nos invadió. Sabía que aquél no era un amor bello; pero sin futuro de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya había tenido varios amores de ese tipo de mis años de Lisboa y no quería tener ninguno más. Esta vez no iba dejar partir a la mujer que amaba como hice con Mary, Alice y Anika. Esta vez la mujer vendría conmigo.
Cuando salíamos a la calle tomados de la mano y ajenos al hecho que la familia de Luisiña venía unos metros más atrás, la abracé y le besé la frente. Después, la desafié.
- Ven conmigo. Vamos a irnos solos los dos a Estados Unidos, a Brasil, tanto da...
Sus ojos brillaron y me dijeron que sí y fue así que lo decidimos en nuestros corazones y no hicimos caso del comentario de la madre de Luisiña que iba al lado nuestro a unos pocos metros:
-¡Qué película horrible que esta muchacha nos obligó a ver!
Hay personas sin corazón ni alma.





Entry #6 - Points: 9
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En la película terminó el himno, pero el Politeama todavía cantaba…marchons, marchons… y las personas ya habían comenzado a aplaudir, eufóricas y felices, contagiadas por la sensación de victoria, a sabiendas de que aquella guerra espantosa llegaba a su fin y de que todos habían encontrado un nuevo lugar en el mundo.
Luisita, colorada y con el aliento entrecortado, en un impulso me echó los brazos al cuello y me besó en la boca, un beso profundo y apasionado. Sentí cómo su lengua se trababa en lucha con la mía, entusiasmada, y el cuerpo le temblaba de agitación. Después me miró y soltamos una carcajada, mientras todo el Politeama aplaudía y aplaudía Casablanca cada vez más. La miré a los ojos, tratando de ver en su interior, me acerqué a su oído y le susurré:
- Te amo.
Ella me miró a los ojos tratando de descubrir si había algo de verdad en mis palabras. Encontró lo que buscaba. Me abrazó, feliz, y dijo:
- Yo siempre te amé.
Nos sentamos y vimos el resto de la película de la mano, el amor se había adueñado de nosotros. Yo sabía que nuestro amor no era el amor bonito pero sin futuro de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya había tenido varios de esos amores durante los años que estuve en Lisboa, y ya no me interesaban. Esta vez no iba a dejar escapar a la mujer que amaba, como lo había hecho con María, Alicia y Anika. Esta vez ella vendría conmigo.
Cuando salimos a la calle, tomados de la mano y ajenos al hecho de que la familia de Luisita venía unos pocos metros detrás, la abracé y le di un beso en la frente. Después la desafié.
- Ven conmigo. Vayámonos, los dos solos. Para América, para Brasil, a cualquier lado.
Sus ojos brillaron en señal de afirmación, y así lo decidimos en nuestros corazones. Ni siquiera prestamos atención al comentario de la madre de Luisita, no muy lejos:
- ¡Qué película horrible nos hizo ver esta chica!
Hay personas sin corazón… y sin alma.



Entry #7 - Points: 6
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Cuando en la película acabó el himno, el Politeama no había terminado su cántico, todavía estaba en el marchons, marchons, y ya el público aplaudía, eufórico y feliz, contagiado por la sensación de victoria, consciente de que esa guerra horrible iba a terminar y de que todos habían encontrado un nuevo lugar en el mundo. Luisinha, ruborizada y ansiosa, en un impulso, me lanzó los brazos al cuello y me besó en la boca, un beso profundo, apasionado. Sentí que su lengua luchaba contra la mía, entusiasmada, y su cuerpo temblaba de agitación. Después, me miró y soltamos una carcajada, mientras el Politeama aplaudía más y más a Casablanca. Miré el fondo de sus ojos, aproximé la boca a su oído y le dije:
-Te amo.
Buscó la verdad en mi mirada y la encontró. Me abrazó feliz y dijo:
-Yo siempre te amé.
Nos sentamos y vimos el resto de la película de la mano hasta el final, dejando que el amor nos invadiera.. Yo sabía que ese no era el amor bonito, pero sin futuro, de Bogart y Bergman en Casablanca. Ya había tenido varios amores así, en mis años de Lisboa, y no quería otro. Esta vez, no dejaría partir a la mujer que amaba, como dejé partir a Mary, Alice y Anika. Esta vez la mujer se venía conmigo.
Cuando salimos a la calle, de la mano, ajenos a la familia de Luisinha que venía unos metros atrás nuestro, la abracé y la besé en la frente. Después, la desafié:
-Ven conmigo. Vámonos, sólo nosotros dos. Para América, para Brasil, tanto da...
Sus ojos brillaron y dijeron que sí, y así quedó decidido en nuestros corazones, y ni prestamos atención al comentario de la madre, a unos metros de nosotros:
-¡Qué película horrible que la niña nos obligó a ver!
Hay personas sin corazón y sin alma.



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